La apuesta del sector porcino por un futuro más saludable y sostenible
En los últimos años, las administraciones tanto nacionales como internacionales han manifestado su preocupación por el deterioro medioambiental, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Una problemática global que ha cobrado especial sensibilidad ante la crisis sanitaria derivada de la actual pandemia.
En un contexto en el que los riesgos sanitarios y medioambientales se han hecho palpables, los gobiernos han aunado fuerzas para fijar la hoja de ruta a seguir en aras de conseguir un “futuro limpio”. Partiendo del Pacto Verde Europeo, pasando por el Plan de recuperación, transformación y resiliencia de la economía española, hasta llegar al Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), en todos estos mandatos se pone de manifiesto la apuesta por la transición ecológica de nuestro país como medida de recuperación y transformación de la economía española.
Y es en este punto donde la cadena ganadero-cárnica tiene mucho que aportar en favor de la evolución hacia nuevos modelos de producción más sostenibles. De hecho, si particularizamos la contribución en el sector porcino, este lleva años luchando por sumar esfuerzos a esa transición hacia un sistema alimentario verde.
Hablamos de un sector que en la última década ha reducido las emisiones GEI en cerca de un 40 %; las de amoniaco en un 47 %; y en un 30 % el consumo de agua. Se trata, en este sentido, de un modelo de producción que, más allá de lo que con frecuencia se le recrimina, está sometido a una de las legislaciones más exigentes en lo que a bienestar animal y cuidado del entorno se refiere.
De hecho, según datos de Interporc, del total de las emisiones de efecto invernadero procedentes de la agricultura en España, las derivadas de esta actividad no superarían el 11’9 %, menos del 2 % si se trata del sector porcino. Para más inri, según los últimos datos conocidos, esas emisiones no solo no representan una contribución significativa al total de emisiones de nuestro país, sino que además se han llegado a reducir hasta en un 11,11 % entre 2015 y 2019. Otra clara muestra del gran compromiso de la industria porcina para con el cuidado del medioambiente.
El porcino, motor para la transición verde del sistema agroalimentario
Debido a su gran envergadura estructural, a su nivel de competitividad, profesionalización y tecnificación, así como a su capacidad de adaptación y resiliencia, el sector porcino goza de unas características que lo convierten en potencial motor de cambio y fuente de oportunidades para hacer tangibles de manera efectiva los procesos de transición ecológica del sistema alimentario español.
Hablamos de precursor en este sentido ya que, dada su configuración y alcance, esta industria debe enfrentar medidas de adaptación y mejora tanto estructurales como funcionales, en aras de cumplir con los objetivos de neutralidad climática establecidos a 2050.
Medidas que, por otro lado, y tal y como ya se ha apuntado, el sector porcino lleva desarrollando e implementando desde hace una década con el objetivo claro de desarrollar una actividad de producción, transformación industrial y comercialización respetuosa con el medio ambiente.
Sin embargo, es precisamente su gran envergadura y compleja configuración, en paralelo con los ambiciosos objetivos de transformación exigidos para la necesaria “Transición Ecológica” sectorial lo que justifica y hace más que necesario el respaldo financiero y regulatorio por parte de la Administración Pública.
Un apoyo que no solo contribuirá a la mejora ambiental de la actividad porcina, sino que servirá como precursor de la transición verde del sistema alimentario español, preparando el terreno para el desarrollo e implementación de iniciativas a testar y extrapolar al resto de sectores productivos de nuestro país, bajo el objetivo último de conseguir una “España Verde”.