Proteína alternativa, ¿complementaria o sustitutiva?
El que la industria cárnica vive un momento de cambio es algo indudable. Hacia dónde se dirige este cambio es lo que genera debate. Según apuntan los estudios de tendencias y bajo constatación expresa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO): “La demanda de proteína animal se duplicará en 2050, cuando habrá que alimentar a 9000 millones de seres humanos”.
Ante este escenario de presión creciente por el lado del consumo hacia la producción ganadera, tradicional proveedor de proteína animal en los hogares, surge un potencial competidor incipiente, pero con futuro prometedor, que genera cierta desconfianza a nuestro sector primario.
Hablamos de la proteína alternativa, análogos cárnicos a base de proteína vegetal, algas, insectos, carne cultivada (proteína celular) … resultado de los esfuerzos de I+D+i de las compañías foodtech dentro de su fuerte apuesta por un producto que promete abastecer a la demanda bajo condiciones de producción y sostenibilidad óptimas.
Sin embargo, no solo las compañías nacidas entorno a la producción de alternativos proteicos apuestan por este sustitutivo, sino que la propia industria cárnica se sube el carro, integrando la proteína alternativa dentro de su oferta. Tal es el caso de multinacionales estadounidenses como Burger King o McDonald’s, que desde hace ya unos años cuentan en su menú con productos como la Imposible Whopper en el caso de la primera o Mc Plant para la segunda. Respaldando la producción del ingrediente estrella se encuentran las dos compañías de mayor peso en el mercado estadounidense en lo que a análogos cárnicos se refiere, Impossible FoodsyBeyond Meat. Un concepto cuya propiedad se ha reclamado desde Provacuno, la Organización Interprofesional de la Carne de Vacuno, quien recientemente ha lanzado una campaña para proponer el reconocimiento de una denominación propia para las hamburguesas no elaboradas a partir de carne: verduguesas.
Si nos centramos en el mercado español, Zircular Foods, compañía de innovación alimentaria impulsada por el gran grupo cárnico Vall Companys, estima el consumo basado en proteína alternativa entre un 5 y un 10 % sobre el total del consumo cárnico dentro de una década. Una estimación coincidente con la expuesta por la consultora Boston Consulting Group en un reciente estudio, en el que se establece el incremento de la demanda de alternativos proteicos en un 11 % para 2035.
Un mercado aún incipiente en nuestro país
Es bien sabido que en España existe una arraigada y ancestral cultura gastronómica, un legado a preservar al que además se suman aspectos como la eficiencia productiva y la calidad de sectores como el porcino español. Factores que llevan a expertos como Santiago Aliga, CEO de la mencionada compañía Zircular Foods a poner en duda el potencial real de los análogos proteicos en nuestro país. Y es que, allí donde la industria cárnica alcanza los 28 000 millones de euros, la proteína alternativa apenas llega a los 90 millones, con un crecimiento anual del 5 %. Una expansión que se mantiene a la sombra del gran potencial de desarrollo que hoy en día ofrece el porcino español, un sector en gran medida exportador (40-50 % de la producción actual), ligado al comercio exterior y especialmente a los mercados asiáticos.
Un crecimiento en paralelo, aunque a diferentes ritmos, que podría llegar a impulsar un cambio de paradigma. Por un lado, los países emergentes estarían marcados por un crecimiento exponencial en el consumo de proteína de origen animal, mientras que los países desarrollados serían testigos de un consumo bajo una postura modera, tendente al flexitarianismo, así denominada a la corriente que, sin renunciar al consumo de proteína animal, permite su combinación con alternativas. Se establecería de esta manera una clara separación entre dos mercados, con diferentes marcos regulatorios y potencial de crecimientos segmentados según criterios geográficos. A esta conclusión se llegaba en un reciente encuentro sobre proteínas complementariascon la participación de Miguel Ángel Higuera, director de Anprogapor, Andrés Montefeltro, CEO de Quibifood, y el ya mencionado Santiago Aliaga.
Uno de los argumentos con más frecuencia sacados a colación cuando se trata de proteína alternativa, y por contraposición a la producción ganadera, es la sostenibilidad. Sin embargo, solo hace falta hacer un rápido repaso a los datos obtenidos en los últimos años por el sector para observar de manera clara una evolución positiva, reflejo de su esfuerzo de mejora en este ámbito. Según Interporc, la Organización Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca, el sector porcino ha conseguido reducir sus emisiones de efecto invernadero la friolera de un 40 % en los últimos 15 años y un 30 % desde la década de los noventa para el caso de su huella hídrica. El foco del sector se encuentra ahora puesto en el avance continuo bajo propósito de lograr alcanzar un impacto climático neutro para 2050, de acuerdo con los objetivos establecidos en el Pacto Verde Europeo.
Así pues, la demanda social de cumplimiento medioambiental, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible o los nuevos sistemas agroalimentarios, son algunos de los retos a los que se enfrenta la cadena cárnico-ganadera, en pos de adoptar un modelo de alimentación sostenible y resiliente. Desafíos de sostenibilidad que pasan por considerar a corto plazo la circularidad de las explotaciones, la disminución de la huella de carbono y huella hídrica, la emisión de GEI, y el uso de energías renovables, y que no solo deberán ser considerados a la hora de orientar los esfuerzos productivos, sino que, una vez logrados, deberán ser comunicados de manera efectiva al consumidor final.