El compromiso del sector porcino con el bienestar animal
Los veterinarios y ganaderos siempre han velado por el bienestar de los animales a su cargo. Además, en los últimos años se ha sumado el consumidor, quien, cada día más consciente de su propia responsabilidad demanda carne de animales producidos de forma ética.
Instintivamente tendemos a pensar que el concepto de bienestar animal engloba aspectos físicos como la salud de los animales y emocionales como la ausencia de miedo, pero, la visión antropomórfica de los animales puede llegar a influir y alterar nuestra valoración del bienestar animal.
Entonces, ¿cómo podemos valorar algo tan subjetivo y variable de una especie a otra? El Consejo de Bienestar de los Animales de Granja propuso en 1979 una definición basada en las cinco libertades básicas, recogidas posteriormente en la Resolución del Parlamento Europeo sobre protección y bienestar de los animales y el Código de Salud de los Animales Terrestres de la OIE:
- Libre de hambre, sed y desnutrición.
- Libre de miedos y angustias.
- Libre de incomodidades físicas o térmicas.
- Libre de dolor, lesiones o enfermedades.
- Libre para expresar las pautas propias de comportamiento.
En estas 5 libertades se ha basado la normativa en materia de bienestar animal, tanto a nivel nacional como europeo, con el objetivo de estandarizar las normas de producción y exigir unas condiciones mínimas para asegurar una producción acorde a los estándares actuales.
Los altos estándares de bienestar del porcino español
Existen pocos ejemplos de transformación tan exitosa como el caso de nuestro sector porcino que, en apenas tres décadas, ha pasado de un modelo basado en el comercio local a situarse entre los principales exportadores mundiales.
Su gran resiliencia, la apuesta por la innovación y la búsqueda de altos niveles de calidad y bienestar animal han llevado al sector porcino español a ocupar una posición de referencia dentro de la industria global.
Más allá de la propia demanda del consumidor, la legislación vigente en nuestro país exige al porcino un alto estándar de bienestar animal.
Así, las condiciones mínimas exigidas desde las administraciones de gobierno a toda granja porcina nacional regulan entre otros aspectos:
- La superficie de suelo libre por animal y tipo de revestimiento
- El tamaño del reciento y composición de los grupos
- Las características sonoras y lumínicas de los recintos de estabulación
- El raboteo y reducción de las puntas de los dientes en caso de lesiones
- Los sistemas de alimentación
- La castración
- El anillado del hocico
- La desparasitación
- La preparación al parto
- El destete.
- La formación del personal.
- La certificación de las importaciones desde terceros países.
Además, desde principios de año estas buenas prácticas de bienestar animal deben estar recogidas en el Sistema Integral de Gestión de las Explotaciones de ganado porcino (SIGE) atendiendo a la normativa sobre ordenación de las granjas porcinas.
El SIGE es una herramienta para planificar y organizar el funcionamiento de la granja, que cuenta con un plan específico de bienestar animal dentro del cual se debe incluir desde la descripción de las condiciones estructurales y ambientales de la granja hasta una evaluación de factores de riesgo y su consecuente plan de acción.
Estas medidas aseguran una producción acorde a los más altos estándares sanitarios y de calidad y promueven la competitividad del sector porcino español, todo un referente con una clara posición de liderazgo en el contexto europeo y mundial.