Innovación, Manejo, Prevención, Zona Porcino
La importancia de un correcto manejo de las cerdas nulíparas
La rentabilidad y productividad de una granja de porcino depende en gran medida de la preparación y el manejo que se haga de las cerdas nulíparas, aquellas que aún no han parido y que son las que remplazarán a las cerdas que se vayan eliminando en cada lote.
La recría de futuras cerdas reproductoras ha de tener en cuenta tanto el número necesario de cerdas de reposición, como su calidad, asegurando así desde el inicio unos buenos parámetros productivos.
En este punto, debemos tener en cuenta que la productividad y mejora genética de las cerdas nulíparas en los últimos años se ha incrementado, pero a la par, lo ha hecho su predisposición a sufrir estrés. Por ello, su manejo es clave y su correcta adaptación sanitaria y productiva, fundamentales para mejorar los resultados productivos de la explotación porcina.
Manejo y aclimatación
Un aspecto fundamental con la llegada de las cerdas a la granja es conocer el centro de origen, su estatus sanitario y tener monitorizada a toda la población para conseguir unas buenas adaptaciones, desde el control de entrada, poniendo en marcha las mejores estrategias de aclimatación hasta el momento de ponerlas en producción. En esta fase, nuestro principal objetivo debe ser el de no introducir nuevas enfermedades, así como establecer unos correctos protocolos de vacunación.
Por lo tanto, debemos dividir la adaptación sanitaria en tres fases:
- El control sanitario para conocer el estatus de las cerdas de reemplazo. Debemos realizar distintas pruebas diagnósticas para comparar la realidad sanitaria de las dos poblaciones.
- Aclimatación. Consiste en adaptar el estatus sanitario de las cerdas de reemplazo a nuestra granja.
- Monitorización. Después de la adaptación, para conocer el nuevo estatus sanitario, evaluar los programas de aclimatación y reducir los riesgos de introducir animales contagiosos. Las enfermedades a monitorizar dependen de si disponemos o no de un histórico previo, pero deberían incluir: Circovirosis, PRRS y Micoplasmosis, entre otras. Debemos de tener muy en cuenta que los protocolos de vacunación forman parte de a adaptación pero no son suficientes por si solos para una buena adaptación.
Una vez en la granja, es necesario además realizar una precisa selección de reproductoras, siguiendo un programa de reposición adaptado en función de la genética y de las instalaciones de la granja, para así poder asegurar la adaptación productiva de estos animales. Las cerdas primerizas serán las futuras reproductoras de la explotación, de las que dependerá en gran medida el buen funcionamiento de la granja y la viabilidad económica de la misma.
Nuestro objetivo principal, por lo tanto, debe ser la selección de cerdas primerizas de calidad para minimizar problemas de adaptación que provoquen una rápida eliminación. Buscando aquellas cerdas con las que seamos capaces de producir más kilos de carne al menor coste posible. Que sean prolíficas o no, dependerá de multitud de factores que tenemos que controlar en nuestra granja, para optimizar los recursos y producciones.
Existen técnicas, como la evaluación ecográfica, que nos ayudan a valorar la adaptación reproductiva de las nulíparas. Su objetivo primario es determinar el momento de la pubertad en cerdas de reposición, pero además permite:
- Determinar la edad de cubrición.
- Detectar problemas relacionados con la salida a celo. Anoestros pre-puberales o post-puberales.
- Caracterizar la calidad del celo.
- Aplicar estrategias de control hormonal:
- Sobre el control de la pubertad.
- Sincronización de celos.
Con las ecografías reproductivas en la reposición podremos conocer la fisiología de la genética en nuestro entorno, la condición corporal (creciente y controlada) y monitorizar las infecciones, para ayudarnos a separar el programa sanitario del productivo.
No debemos olvidar nunca que nuestro manejo debe estar siempre enfocado a cubrir las necesidades sanitarias, nutricionales y reproductivas de las nulíparas, es la única forma en la que vamos a poder obtener el máximo rendimiento durante su vida reproductiva útil y lo que nos permitirá alcanzar unos óptimos parámetros zootécnicos.